Los aventureros llevaban horas vagando por el complejo. Después del combate con las súcubos habían tenido algún encontronazo con un grupo de babaus y algún q otro demonio menor. Estaban exhaustos y heridos,además la sensación de maldad en el plano era abrumadora, asfixiante ..el humo y el calor eran insoportables y los conjuros sanadores apenas funcionaban, necesitaban descansar.
El hechicero los guiaba como podía. Las líneas plateadas de magia protectora discurrían por las paredes pero a veces se hacía difícil saber si iban o venían. En más de una ocasión habían tenido q desandar el camino y los ánimos estabas decayendo.
Decidieron hacer un alto, buscaron una esquina en la cripta demoníaca y se sentaron entre los cascotes de un muro derruido. Aprovecharon para comer unos frutos secos y beber de su pellejo de agua. Reinaba el silencio y todos miraban el suelo cuando se empezó a escuchar una voz...débil al principio pero clara y melodiosa...Miko la kitsune entonaba una canción, su voz era dulce y armoniosa, y aunque el tono era apagado y las palabras incomprensibles, enseguida encandiló a todo el grupo. Todos levantaron la mirada y se encontraron con otras miradas, la de sus amigos, y en silenciosa aprobación escucharon la sonata mientras su espíritu recobraba el ánimo perdido.
Tal y como empezó la canción acabó poco a poco con un susurro... consiguieron descansar poco más de dos horas y reanudaron su búsqueda.
Jessikah se encontraba varios cientos de metros por encima, en el complejo exterior que hacía de fortaleza infernal a la Legión. Estaba sentada en una extraña mesa hexagonal en una austera habitación rodeada de los más variopintos demonios. Eran los oficiales del la legión del látigo ardiente.
Como últimamente, Lithvro el demonio Vrolikai que comandaba los demonios-sombra y los nabasu, la fuerza alada, no había respondido a la llamada. El poderoso demonio era el segundo en la cadena de mando después del Bálor, y como no, se había percatado del extraño comportamiento que estaba teniendo el mismo.
Lithvro tramaba algo, Jessikah sabía de la ambición del Vrolikai, quería comandar la legión, llevaba años obedeciendo en la sombra, buscando una oportunidad...y ésta había llegado.
El problema no podía esperar más, Jessikah había ideado un plan, quizá los extraños pudieran serles de utilidad al fin y al cabo...
Angus abrió el portón que tanto esfuerzo le había costado forzar mientras el resto de sus compañeros esperaban a una distancia razonable. Riku les había guiado por el complejo hasta un largo pasillo que acababa en una gran puerta de acero de dos hojas.
El halfling fue el primero en entrar en la sala...estaba oscura y extrañamente fría, la quietud y un aire pesado reinaba en el ambiente. Se adentró poco a poco. Las pisadas del ladrón resonaban con un lejano eco, por lo que intuyó q la sala debía de ser bastante larga y muy alta.
El resto de aventureros le siguieron al poco, abrieron ambos portones con lo que la luz del pasillo baño parte de la estancia; algo más adelante en los límites de la visión, atisbaron dos estatuas de grandes proporciones, se encontraban una frente a otra y representaban a un gran demonio alado de unos 4 metros abrazando un alfanje. El titan estaba construido en un metal, brillante y pulido.
El hechicero se concentró en detectar magia y efectivamente las estatuas brillaban con algún encantamiento abjurador. No solo eso, la drow les avisó q en en la oscuridad cuatro más de estas enormes estatuas aguardaban entre las sombras formando un pasillo de seis enormes figuras enfrentadas en total.
Tomaron sus precauciones, Riku ejecutó un hechizo de vuelo y otro de invisibilidad, mientras el resto de los aventureros intentaban pasar a hurtadillas por el medio del pasillo.
Fue insuficiente. Angus movido por la codicia se había acercado a los pies de una de las estatuas, solo para cerciorarse de que el metal en el q estaban construidas no era sino Mithril...una sola estatua podía comprar un reino entero. Pero por supuesto las estatuas cobraron vida, una detrás de otra.
Eran golems de Mithril, invulnerables a la magia y casi indestructibles por las armas convencionales. Sus enormes alfanjes del mismo metal atravesaban cualquier armadura y protección. En pocos segundos los aventureros se encontraban rodeados contra una pared luchando por sus vidas. La esperanza era casi nula.
Fue entonces cuando se escuchó en la sala una sola palabra de detención. Los golems se congelaron en su postura de ataque.
Los aventureros vieron por debajo de las piernas de los autómatas como un grupo de seres se habían materializado en mitad de la sala. Eran varias súcubo, junto a una docena de babaús y kalavakus.
Una súcubo se adelantó hasta ellos para dialogar. Sus ropas y su pelo habían cambiado pero sin duda era Jesikah. Un pequeño quasit se aferraba a su hombro izquierdo.
- Os pillo en mal momento?.- dijo con una sensual sonrisa de medio lado.
Riku yacía semiincosciente en los brazos de una arrodillada Lussy. Zentx y Miko lucían largos tajos por todo su cuerpo y Toshiro se apoyaba pesadamente en su katana tratando de recobrar el resuello. El único q no aparecía era el halfling, desde el principio de la contienda se había escondido entre las sombras y allí debía de seguir.
-Aquí nos pillas, sacando brillo a tus estatuas...aunque la verdad que no es fácil- respondio Toshiro con sorna.
-Vengo a ofreceros un pacto. Tenemos un objetivo en común. No hace falta que seamos enemigos. Vosotros queréis destruir al ente que ha poseído a mi amado Yukora, y yo también. Os ofrezco protección y ayuda. El bálor duerme, y depende de mi que lo siga haciendo-.dijo cortante.
Todos prestaron atención ante las palabras de la demonio.
-Somos todo oidos- dijo Toshiro enfundando a Obishuan, miró de soslayo a sus compañeros para q lo imitaran en el gesto. El grupo bajó las armas.
-Os facilitaremos la entrada al sanctasanctórum del Balor, y una vez terminéis con lo que habéis venido a hacer, seréis libres de volver a vuestro plano-.
-Es un buen plan, pero ¿qué ganas tú con esto?.-dijo el samurai.
-No ensuciarme las manos en el conflicto.- dijo tímidamente.
Toshiro se lo pensó brevemente, y antes de que nadie pudiera cuestionar el ofrecimiento, aceptó por todos.
Jessikah hizo un gesto y los golems se retiraron a sus pedestales, mientras que sus súcubo repartía unas pociones de curación como obsequio. Con cada entrega plantaban un apasionado beso en cada uno de los aventureros, que con la sorpresa apenas se resistían a apasionado gesto.
Jessikah en persona entrego la poción a Toshiro q embobado esperó su apasionado beso que duró más de la cuenta y le dejó un labio ensangrentado.
Todos estaban en un lamentable estado así q se aprestaron a beber de los viales sanadores, ante la inminente contienda.
Lo q no sabían los aventureros es q las pociones tenían algo en particular, un componente adicional, un veneno q se activaría a las órdenes de la hechicera demonio si algo no salía a su gusto...
A su vez pidió amablemente que le devolviese sus pertenencias, su intrincada tiara protectora y su fino estoque mágico. En el intercambio de objetos, la mano de la súcubo y la del samurai se tocaron brevemente, el dedo de la demonio recorrió el dorso de la mano de Toshiro, en un gesto q no le pasó desapercibido.
Unas vez recuperados, Jessikah levitó hasta la parte más alta de la habitación y allí con un gesto de la mano deshizo la ilusión que ocultaba una gran portón en la pared. Después de desactivar varias protecciones, el portón se abrió. Una luz rojiza entró por él.
-Aquí tenéis el puente de Irid, al final encontrareis la guarida de Yukora, apresuraos y no miréis atrás, vuestras vidas dependerán de ello.- y con elegante gesto de la mano los invitó a cruzar el portón.
Cada uno subió como buenamente pudo, Riku recuperado gracias a la poción, ejecutó su habitual conjuro de vuelo mejorado, mientras Toshiro lo imitaba con una versión menor. El mudo minotauro se bebió una poción de levitación y portó en brazos a la kitsune. Mientras, Lussy salvaba con un gran salto los casi 10 metros de altura. En el último momento apareció el halfling escalando rápidamente el muro.
Un largo puente de piedra semiderruido se sostenía a gran altura en una gran caverna sobre un estrecho río de magma. El calor volvía a ser sofocante y el humo y el azufre intoxicaban el ambiente hasta hacerlo irrespirable. La oscuridad cubría totalmente lo q debería ser la bóveda, era una oscuridad impenetrable, negra y pastosa. Y parecía estar llena de miles de ojos dispuestos a saltar sobre quien le sostuviera la mirada mucho tiempo.
Los aventureros reunieron valor y se lanzaron en una carrera a través del puente, desapareciendo entre el humo. Jessikah se quedó observando la escena.
Enseguida escucharon unos agudos gritos q empezaron suavemente pero que fueron convirtiéndose en un estruendo que les encogía el alma y casi les rompía las tímpanos.
El humo se disipó y ante ellos apareció lo que debía de ser la guarida de Yukora. Una enorme estatua del bálor se erigía delante conformando un complejo, donde se veían puertas y ventanas. Debía de medir unos 70 metros de altura y cubría toda la pared de la caverna.
El puente acababa en una gran puerta de doble hoja de extraño diseño curvilíneo. Todos se agolparon frente a ella.
Los agudos gritos inundaban la caverna, se empezó a oír el batir de cientos, miles de correosas alas, mientras varias sombras pasaban constantemente por encima de ellos.
Evidentemente la extraña puerta estaba plagada de glifos y runas protectoras, por lo q el hechicero no lo pensó mucho, invocó su conjuro antimagia más poderoso, un campo antimágico estático centrado en la puerta q inutilizaría las protecciones. Era una apuesta a todo o nada. Ya que también les privaba a ellos de cualquier recurso mágico...y todos podían notar como las criaturas sombra se estaban reuniendo como un grupo de tiburones ante una presa herida...esperando ese momento en que el primer tiburón atacase para entrar todos en una vorágine sangrienta.
Jessikah seguía la escena con interés, sabía que el puente de Irid era una encrucijada entre planos, un lugar donde la barrera entre las diferentes realidades era muy débil, por ello y a modo de protección aquí habitaban los nabasu y los demonios-sombra, el brazo alado de la legión, comandados por Lithvro. Sólo esperaba que el vrolikay no estuviera presente.
Jessikah enseguida intuyó la valiente maniobra del hechicero, pero era un suicidio, no conseguirían abrir la puerta antes de q los despedazasen los demonios. Así que se dispuso a ayudarles. Trataría de crear un muro de fuerza q los rodease y les diera algo de tiempo; el problema era q debía de calcular muy bien la distancia y el radio de acción de la concha antimagia del hechicero humano, sino el muro de fuerza se disiparía al rozar la misma.
Zentz sabedor de que se estaban quedando sin tiempo, enarboló su espadón de platino contra la puerta y ante la sorpresa de todos no paso nada salvo una gran hendidura, al momento todos se encontraban golpeando con sus armas la puerta.
Uñas y dientes arañaban la pulida superficie del muro de fuerza, mientras Taer´bac, uno de los comandantes nabasu volaba en busca de su oficial superior para informar de aquel singular hecho.
Al fin la puerta cedió un poco y el minotauro consiguió agarre suficiente para arrancar una de las hojas y tirarla tras de sí en el puente.
Habían conseguido entrar.
sábado, 4 de mayo de 2013
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